Vecinos y visitantes degustaron de una variedad de comidas que se ofrecieron en más de 30 restaurantes que formaron parte del festival. Para los gastronómicos trajo un gran alivio económico en tiempos de pandemia.
“Desde un primer momento, el municipio hizo todo para ayudarnos en la pandemia; permitieron el delivery, take away, implementaron el take away plus, luego una capacidad reducida en el interior y ahora Bocas Abiertas. Sin esas medidas, hubiéramos cerrado el local. Hoy celebramos ver esta gran cantidad de gente. Ya estamos a un 85 por ciento de ventas y cada vez más cerca de volver a la normalidad”, afirmó Gonzalo Paz, dueño del restaurante Home Deli, que se sumó a la octava edición del festival gastronómico Bocas Abiertas que se realizó entre el viernes y el lunes feriado.
Por la pandemia de coronavirus, el festival tuvo que dejar su tradicional sede en el Centro Municipal de Exposiciones para mudarse a las calles del Polo gastronómico del Bajo de San Isidro, con la modalidad de take away plus.
Familias con niños pequeños o con adolescentes, grupos de amigos, hasta adultos mayores coparon los restaurantes, que sacaron las sillas de madera y de plástico a su patio al aire libre y también a la vereda.
Una edición distinta del festival gastronómico en el que se observaba el uso de tapabocas, el distanciamiento entre las mesas, y una imagen que se repetía en todo momento: la limpieza de manos con sanitizantes. También, la carta plastificada, que era desinfectada con alcohol antes y después de que la use cada cliente. Y las pizarras que usaron algunos locales para que el cliente decidiera qué quería consumir con su lectura “a distancia”.
“Fui a las ediciones anteriores, pero ésta fue increíble; ya que no conocía este lugar lleno de restaurantes con una gran variedad de platos. Disfrutamos en familia al aire libre y respetando todos los protocolos. En San Isidro trabajaron de manera creativa para cuidar a la gente y al mismo tiempo no afectar la salud mental”, afirmó Inés Barrionuevo, del partido de Tigre, que eligió el restaurante La Vaca para comer sándwiches de lomitos.
Durante todo el fin de semana largo, miles de vecinos se sumaron a la movida, felices de poder disfrutar del clima casi de “verano”, degustar de una gran variedad de comidas y distraerse un poco.
Un corredor imprescindible a la hora de los buenos tragos y los platos ricos con brisa de río fueron las calles Primera Junta, Tiscornia y Roque Sáenz Peña.
“Salir a comer algo afuera es uno de los grandes placeres de la vida, por eso digo que es un volver a vivir. Ni siquiera en pandemia, Bocas Abiertas podía dejar de hacerse”, dijo Matías Hernández, de Vicente López, que se acercó con sus amigos a Lowells Biergarten, para probar la hamburguesa American Cheeseburger.
El intendente Gustavo Posse participó de la inauguración del festival y recorrió la zona del Bajo. “Nos produce una gran satisfacción que se pueda realizar este festival que ya es un clásico de San Isidro. Luchamos para que se pueda tener una vida digna, en la que se conserven las fuentes de empleo, se cuide la salud física y mental, y también se permita disfrutar al aire libre”, aseguró.
Posse también valoró la responsabilidad que asumieron los vecinos de cuidarse y cuidar al otro. “Cada uno comprendió que debe hacer su parte”, señaló.
El director general de Bocas Abiertas, Ignacio Echeveste Artega, expresó: “Fueron meses muy angustiantes para los cocineros y gastronómicos, y se pensó que no se iba a poder realizar este festival. Pero con muchas ganas y sobre todo con el apoyo de la Municipalidad pudo hacerse realidad. Estamos muy contentos porque se recuperó y se amplió el brillo de la oferta gastronómica del barrio”.
En ese sentido, los comerciantes coincidieron que gracias al festival aumentó significativamente el movimiento de gente y el consumo.
“Esto es el resultado de un gran trabajo en equipo entre distintas áreas del municipio como Inspección General, Espacio Público, Tránsito, Seguridad y Cultura. El hecho de recordar por qué somos una comunidad y cuáles son los lazos que nos unen, cuidándonos y apoyándonos entre todos”, indicó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro.
Al paseo gastronómico se le sumaron las cafeterías y heladerías, siempre con los chefs locales detrás de sus cocinas y muchos otros colegas que llegaron de otros barrios y partidos.
Los menús con precios promocionales ofrecieron una gran variedad de comidas desde pizza, hamburguesas, empanadas, sándwiches de lomitos, milanesas, tacos hasta platos más elaborados.
“Bocas Abiertas es un festival muy esperado no solamente por los vecinos de San Isidro, sino por todos. Aquí vino gente de distintos distritos. Todo en un ambiente muy familiar tal como nos tiene acostumbrados San Isidro”, concluyó Sonia Vallejos, en la vereda en el restó Ruka Garden.
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