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jueves, 15 de julio de 2021

Crónica de un cambio anunciado: La educación frente a las transformaciones culturales

Antes de que el COVID-19 atravesara nuestras vidas y pusiera en pausa nuestra cotidianeidad, nuestras rutinas y obligara a nuestras/os hijas/os a prender la computadora y tener clases desde casa, el primer día de clases era una suerte de rito de iniciación, algo así como el comienzo de un viaje determinante para la vida personal que, en términos generales, ha seguido la misma forma y características durante generaciones. {loadmodule mod_pwebbox,FACEBOOK} Desde el jardín de infantes hasta el último año del secundario, las aulas estaban a cargo de docentes que impartían lecciones que empezaban y terminaban con el timbre o la campana, docentes que establecían y controlaban exámenes, calificaban y generaban con ello distintas emociones y sensaciones en sus estudiantes y sus familias. Este enfoque educativo único y homogéneo para todas/os ha estado en vigor durante más de cien años. Sin embargo, ahora está experimentando un cambio sin precedentes y no solamente a causa del coronavirus. La respuesta al coronavirus ha demostrado cómo la tecnología puede ayudar a transformar la forma en que enseñamos y aprendemos. Pero el impulso por el cambio comenzó antes de que ocurriera la pandemia y continuará mucho después de que la amenaza del virus desaparezca. Las/os niñas/os que comienzan la escuela a partir de ahora se convertirán en trabajadores y líderes en un mundo en el que lo digital ha pasado a primera escena, y por lo tanto, exigirá nuevas competencias y nuevas formas de pensar y abordar la realidad. Para tener éxito en la vida y en el mundo laboral, necesitarán todo el apoyo emocional, social y académico que puedan obtener a través de experiencias de aprendizaje ricas y flexibles que diferirán enormemente de la época escolar de sus padres. Si bien la tecnología ha transformado muchos aspectos de nuestra sociedad en relativamente pocos años, las estructuras escolares se han mantenido en gran medida sin cambios. En muchos sentidos, el aula se fue convirtiendo en una barrera física. Sin embargo, ahora tenemos soluciones con el potencial de transformar y mejorar el sistema para que las/os estudiantes puedan desarrollar competencias valiosas con muy buenos resultados. La pregunta es ¿Cómo podemos usar la tecnología para repensar la educación? Quizás el surgimiento del "aprendizaje personalizado" basado en la perspectiva de la educación positiva, donde cada estudiante disfrute de la atención de sus docentes, quienes haciendo uso de los big data puedan acceder a información en tiempo real, sobre sus avances y dificultades. Saber lo que está sucediendo en la vida de cada estudiante, contenerle, orientarle, alentarle, podría marcar la diferencia en el futuro. Por big data y data mining se entienden un conjunto de técnicas y procedimientos que se pueden desarrollar a partir de varias fuentes, como ser las bases de datos relacionales, con el objetivo de realizar un análisis predictivo (mediante el empleo de técnicas de estudio estadístico) para anticipar situaciones basadas en hechos existentes. Los big data se constituyen en un campo multidisciplinario que permite obtener información de interés a partir de grandes cantidades de datos en la confluencia con otras áreas, como ser la inteligencia artificial, la estadística y la información. A partir de la relevancia que ha adquirido en los últimos años el e-learning, ha surgido una nueva área en el conocimiento: Educational data mining (EDM). Esta disciplina se centra en la investigación y desarrollo de métodos de exploración de datos específicos provenientes del contexto educativo. En este marco, se destaca la importancia que adquieren en la actualidad los big data para el campo de la educación, más que como una disciplina de investigación, como una herramienta que permite analizar y predecir numerosas situaciones que se presentan en los entornos educativos. De esta manera, el aprendizaje personalizado, con un enfoque integral basado en una gran cantidad de datos, implica ir más allá del progreso académico, implica que las y los docentes estén al tanto y puedan adaptarse a los factores que afectan el bienestar social y emocional. Profesoras y profesores podrán contribuir a que las/os estudiantes se sientan inspiradas/os, seguras/os, valoradas/os y capaces de aprender de formas que antes no eran posibles, para lo cual, la capacidad de las y los docentes para seguir adaptándose e innovando será fundamental para avanzar en el cambio. Macarena Perusset, Directora de la Tecnicatura en Responsabilidad y Gestión Social de Universidad Siglo 21
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