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lunes, 13 de abril de 2020

La otra pandemia

Ya lo sabemos. La política sanitaria de aislamiento social realizada por el gobierno nacional ante la emergencia producto de la pandemia del COVID-19 ha sido hasta el momento exitosa. El tan mencionado "achatamiento" de la curva de casos registrados, hasta el momento se logró, y el sistema sanitario se ha preparado con anticipación ante un "esperado" aumento del número de contagiados. {loadmodule mod_pwebbox,FACEBOOK} En su discurso del día 10/4, Alberto intentó demostrar que las medidas extremas de aislamiento social y encierro a las que está sometida la población argentina, son las que determinaron este éxito preliminar, e intentó también persuadir y advertir que el relajamiento de estas medidas implicarían "tirar por la borda" todo el esfuerzo realizado y poner en peligro la salud de la población. Parto, entonces, de este supuesto. Un supuesto de fe, una creencia, en que la política sanitaria del gobierno argentino es la correcta para "salvar" vidas, para "evitar" un aumento de la mortalidad producto de la pandemia. Me he convencido, me he dejado convencer, de que el aislamiento social es importante "no por mí, sino por todos". Que puedo ser un "portador asintomático" y contagiar sin quererlo. Que tengo que "cuidarme a mí y a los demás" y que la manera de hacerlo es "quedateencasa". Sin embargo, en los últimos días, desde mi casa, mi principal preocupación no ha sido el cuidado de mi salud y la de mis seres queridos. Nos estamos cuidando, estamos haciendo "lo que hay que hacer", aceptamos las medidas. Acuerdo con las medidas decretadas por el gobierno. Pero como director de una editorial, una empresa Pyme, mi principal preocupación de los últimos días ha sido pensar cómo hacer para que la actividad continúe, y mantener así mi fuente de trabajo y la de los trabajadores de la editorial. Preocupación compartida por mis colegas editores, y por todo empresario Pyme con quien he hablado. Con una velocidad fantástica, el gobierno ha desarrollado una estrategia para atender esta crisis, reorientando recursos para adquirir equipamiento hospitalario, reorganizando las fuerzas de seguridad, habilitando centros de internación para pacientes con síntomas leves que no podrán estar aislados en sus hogares, etc. Una logística de recursos sin precedentes. Logró acuerdos impensados apenas dos meses atrás, mostrando un trabajo coordinado y un compromiso que mejoró mucho la imagen de los políticos en la percepción de la ciudadanía. En su discurso, Alberto realizó una inferencia a partir de la cual el "achatamiento de la curva" de contagiados, determina la necesidad de mantener las políticas de aislamiento social. ¿Hasta cuándo? En principio, por dos semanas más. Cómo mínimo. Porque el 27 de abril... se verá. Alberto, sin embargo, no hizo mención a otra curva relacionada con otra situación que podríamos también llamar viral, a otra situación de "contagio". La paralización de la actividad económica produce la "enfermedad" de empresas "sanas", que en poquísimo tiempo, contagiada entre sí por la "carga viral" de la inactividad, no podrán afrontar sus compromisos. No podrán pagar los salarios de sus trabajadores y tendrán que cerrar. Si esto sucede, si se "dispara la curva" del cierre de empresas, el desempleo va a ser una "plaga" y las consecuencias indeseadas de las políticas sanitarias sobre las relaciones sociales serán, por mucho tiempo, devastadoras. Creo que existe en este momento, una desproporción entre el esfuerzo y dedicación a la prosecución de la política sanitaria de emergencia, y aquel dirigido a pensar ampliamente la política económica ante esta situación. Si se atiende desproporcionadamente al "achatamiento de la curva" de contagiados por COVID-19, y no se atiende de igual manera al "achatamiento de la curva" de cierre de empresas producto de las políticas de aislamiento, en pocos días estaremos en la antesala de una situación social de enorme inestabilidad y angustia. Las medidas paliativas que ha tomado el gobierno para el sector Pyme (aporte de un salario mínimo vital y móvil para el pago de salarios a partir de abril, líneas de crédito al 24% anual, postergación de cargas sociales del mes de marzo y pago parcial de las cargas patronales a partir de abril) serán en pocos días insuficientes. Proyectos económicos, sociales y culturales se podrían destruir con velocidad inusitada si el gobierno no toma medidas más extremas de salvataje. Así como el Estado argentino adoptó medidas sanitarias de aislamiento social impensables de imaginar hace 45 días atrás, debería también adoptar otras medidas que en un contexto normal serían también impensables. Al igual que en algunos países centrales, es necesario que el Estado evalúe rápidamente otras medidas tales como: " posibilidad de hacerse cargo por parte del Estado del pago DOS salarios mínimo vital y móvil de las empresas del sector Pyme afectadas por la situación de emergencia. " posibilidad de hacerse cargo del total de los aportes patronales durante la emergencia sanitaria. " Posibilidad de prorrogar los vencimientos impositivos hasta cuando se retome la actividad económica " Otorgamiento de créditos a tasa cero para que se pueda reestablecer la cadena de pagos y el aparato productivo. Todas medidas que deberían estar acotadas exclusivamente a la situación de emergencia económica producto de la emergencia sanitaria. No sería una decisión acertada dejar que, por una acción insuficiente, muchas empresas Pyme queden en situación de cierre porque no puedan pagar los salarios de sus trabajadores o hacer frente a sus compromisos económicos y financieros en este contexto de excepción. Esta situación provocaría un gran sufrimiento para cientos de miles de ciudadanos, y llevaría mucho tiempo y esfuerzo reconstruir. El futuro es incierto. Nunca sabemos lo que va a pasar. Pero la situación viral nos enfrenta a tiempos de una velocidad desconocida. Y fin de abril está demasiado cerca. Por Aníbal Ilguisonis
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