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lunes, 28 de noviembre de 2022

Un balance sin balance

Va terminando el año, otro año, uno empieza a replantearse lo realizado, lo vivido y a recordar cómo llegamos a esas metas propuestas al comienzo de los 365 días; sonrisas, reproches, gestos de desconformidad o resiliencia o tal vez de dolor y también algo de preocupación, la cara se vuelve un carrusel. Sentís que te partiste en 20 pero los resultados no están muy a la vista y sentís una frustración que invade cada fibra de tu ser. Miras a tu hijo y automáticamente te vuelves tú en primera verdugo: ¡podría haber hecho más, ayudarlo más, asistirlo más, más y más! Y el sabor a poco por tantos “más” destruye las pocas luces que quedan a esta altura del año. Los suspiros cortan la respiración cada dos por tres. Empezaste el año casada y estas a punto de recibir la sentencia de divorcio, tenías una vida planificada y ahora esperar las mediaciones para ver con que puñadito te quedas en las manos para un recomenzar y tu prioridad: tu hijo, que sufre todo el doble por su hipersensibilidad te rompe el corazón porque son decisiones que, tenemos responsabilidad claro, pero no las tomaste vos, y no es posible evitarle todo lo que pasa y lo que viene. Un autista severo como mi hijo, con su estructura más dura que una muralla, enfrentar cambios tan bruscos como la separación de sus padres, que ya por sí, es devastadora en todos los sentidos para todos - y más aún en los primeros tiempos - lo ha desestabilizado, por ello aunque soy mi propia verdugo también sé que toda la culpa no es mía y que esto es: la vida misma. Cosas que pasan y que uno no puede aislar a los hijos, pedir que nada le pase sería ilógico pues, tan triste seria su vida si nada pasaría con él. Pero cuesta, mucho, y en mi caso, los cambios recién comienzan y el nuevo año será, quizás, más duro que este, pero ¿qué sería de la vida sin problemas? Ya que, si existen, es porque tiene solución. Los cambios son parte de la vida, pero no solo cuesta soltar sino cuesta salir de la conformidad dañina que es un círculo vicioso de falsa comodidad y felicidad. Hacer un balance en medio de tantos cambios, porque nosotros somos seres cambiantes y políticamente incorrectos pero adaptables, no es un balance que dará positivo nunca, y más poner en tela de juicio a un niño cuando sabemos que todos tenemos diferentes tiempos de adaptación y mas ellos, es muy imprudente y dañino para la criatura. El balance más justo en este mundo injusto es disfrutar cada paso que da y saberlo sano y junto a nosotras. Mi balance anual es no tenerlo y saber que hice lo que pude, y tu balance ¿Cuál es? Por María Herrera (Poeta y escritora de Salta) //
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