Esa mañana mamá se quedó dormida.Estiró los brazos y de reojo miró el reloj. Con espanto vio que las agujas daban siete y cuarto y aún nadie se había levantado. De un salto salió de la cama y a la voz de ,¡vamos chicos arriba, arriba! encendió la hornalla, puso la pava, sacó la leche , y manteca del refrigerador y en un suspiro preparó el desayuno.
Con esmero, buscos los zoquetes ,y calzamos uno de cada color, del derecho del revés , nos vistieron si. Poder terminar nunca la frase y pusimos encima el guardapolvo. ¡pero mamá! ¡Mamá! ¡Mama!
Y Así, peinados a las disparadas y con el desayuno por la mitad, mamá apuraba. ¡Vamos chicos , vamos chicos!
Y otra vez nosotros
¡pero mamá, mamá! ¡Mamá!
La mesa quedó tendida y las tazas aún por la mitad, las tostas mordidas sobre la servilleta de papel.
¡Vamos chicos! ¡Apurense!
¡Pero mamaaaaaa!
Y mamá estaba tan apurada viendo que el reloj implacable y a la carrera marcaba ,siete y cuarenta,que no escuchaba, no quería escuchar, solo deseaba llegar a horario.
Carros niños y mochilas parecían tener alas,hasta que por fin, dejaron atrás las pocas cuadras que los separaban de la escuela,para encontrarla cerrada.
Entonces, mamá se detuvo y leyó en silencio el papel pegado a la puerta,fue en ese momento que espabilo su mente,descubriendo el primer día de nuestras vacaciones de invierno.
Día,en qué salimos a las corridas como locos, mientras, la mayoría de los vecinos dormían.
Mamá nos miró con el ceño fruncido y nos regañó por no avisarle.
Corriendo, como habíamos llegado, regresamos a casa.
La leche en las tazas estaba tibia aprovechamos el desayuno y todos riendo volvimos a la cama.
Betty Saldella (Poeta argentina)
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martes, 25 de abril de 2023
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