Para La Nación Revista armé un ensayo profundo con más de dos docenas de especialistas de todo el mundo, que me ayudaron a pensar las pantallas y la crianza hoy. Quedó mucho en el tintero. Aquí la versión completa de lo que charlamos con uno de los profesionales que me acompañó a reflexionar.
Una de mis voces favoritas fue Sebastián Bortnik, presidente de la ONG Argentina Cibersegura y Tecno Kids, me respondió:
Desde mi rol trabajando en temas de crianza digital hace muchos años, lo primero que me gustaría destacar en este aspecto es que la relación de los niños y niñas con las pantallas y los juegos es una relación casi supeditada al destino. Estoy pensando cómo explicarlo, así que después vemos si mis palabras se acomodan. Quiero decir que justamente lo que está faltando en la crianza y en el crecimiento y en el relacionamiento con las pantallas es que esa relación sea ordenada y protagonista, es decir conciente. Hoy es una relación prácticamente inconsciente. Te tiran la pantalla por la cabeza: jugá, usá las aplicaciones y el tiempo dirá cuáles son las consecuencias, el tiempo dirá qué que pasa. Es decir, estamos en una postura de “bueno, los videojuegos son lo que son, las aplicaciones son lo que son y si las hacen mal, las hace mal y si las hacen bien, las hacen bien” pero una postura muy víctima y los chicos están muy solos, están solos porque reciben las aplicaciones, reciben las pantallas, pero no reciben la guia y el acompañamiento de los adultos desde ningún lugar, ni desde la familia ni desde el colegio, entonces lo que está pasando es que termina siendo un desarrollo medio supeditado a lo que el destino dicte, a lo que se dé, a lo que pinte, si se quiere. En cambio, un uso acompañado, con palabras de prevención, con diálogo, con reglas, con normas, con progresividad nos podría permitir que ese vínculo se vaya desarrollando con el paso del tiempo y sea más ordenado, más conciente y más protagonista, más buscado… y algo más conjunto entre las familias, los adultos, los docentes y los chicos y no simplemente algo entre los chicos y lo que sea que decidan quienes desarrollan las tecnologías. Creo que ese es el aspecto macro. A mi personalmente eso es lo que más me preocupa en cuanto al vínculo que se va desarrollando.
Hay un tema por supuesto complejo que es que la niñez y la adolescencia es un espectro muy amplio, el vínculo con los videojuegos no es lo mismo a los ocho años que a las 17, los peligros del grooming no son lo mismo a los cinco que a los nueve que a los 15 y la adicción a la tecnología no se manifiesta igual a los siete años que a los 15, entonces varía un poco según la edad. Pero como concepto genérico en cuanto a las alertas me parece que hay un concepto base que está bueno dejar en claro que tiene que ver con también cuando hablamos de los peligros de las tecnologías, y yo lo hago constantemente, corremos el riesgo de que parezca que las tecnologías son malas. Y esto es algo que a mí siempre me preocupa. Justamente sería mucho más fácil si la tecnología fuera con un cigarrillo que yo pudiera decirte “no fumes” y listo. Justamente el gran desafío de las tecnologías es que son buenísimas, que tienen un montón de cosas geniales, que tienen un montón de ventajas y que son necesarias para desarrollarse en el mundo digital en el que vivimos, entonces ¿como podemos usarlas sin que prevalezca la parte más dañina o peligrosa? Las tecnologías no son ni buenas ni malas, tienen cosas buenas y cosas malas y las podemos usar bien o las podemos usar mal pero no son buenas o malas, no la podemos catalogar de forma binaria, entonces como alerta genérica -y ahora te voy a decir algunas específicas- me preocupa cuando en el vínculo con las pantallas prevalecen o se manifiestan mas los aspectos negativos que los aspectos positivos, es decir las pantallas nos aíslan, nos generan emociones negativas, nos ponen en riesgo ante situaciones que podríamos evitar, nos ponen mas violentos… cuando prevalecen los aspectos negativos y las emociones negativas vs. las emociones positivas y los aspectos positivos es donde tenemos que preocuparnos. Esto aplica a adultos y a niños, particularmente en la adolescencia aparecen riesgos específicos. En líneas generales siempre están tres grandes categorías que tienen que ver con la violencia en las redes a medida que crecen… cómo las redes nos ponen mas violentos y nos comunicamos en ciertos contextos que pueden ser más violentos, en segundo lugar todo lo que tiene que ver con riesgo de terceros, con las charlas con desconocidos y los potenciales riesgos a la privacidad a la sexualidad y a la seguridad que pueden aparecer ahí, y en tercer lugar pongo lo que sería la salud mental: todo lo que tiene que ver con ansiedad, depresión, adicción, que pueden tener algo que ver o no, que pueden estar causadas por las tecnologías pero en un ecosistema donde estos problemas de salud mental están creciendo en la adolescencia, la tecnología creo que cumple un rol importante, entonces esas serían las principales alertas.
Los padres somos los dealers de la tecnología por definición y de hecho casi es el mejor escenario que seamos los dealers los padres, digo respecto a situaciones que veo seguido en familias como por ejemplo los abuelos decidieron regalarle para el día del niño un celular sin consultar a la familia, con lo cual lo mejor que puede pasar es que seamos los padres los que decidamos cuándo y cómo llegan las tecnologías a las vidas de nuestros hijos pero bien es como decís vos… hacemos lo que podemos, a veces hay una presión social, a veces no tenemos tiempo, la pandemia nos abrumó en términos de que la pantalla era una solución ante los chicos todo el día en el hogar, la crianza ya es difícil de por sí, pero al mismo tiempo después nos quejamos. Yo digo siempre que encuentro un choque muy pero muy curioso (iba a decir divertido pero de divertido no tiene nada, vos sabrás la buena acepción de la palabra) me encuentro con un choque muy curioso qué es, yo doy charlas constantemente, cuando hablo con familias que tienen hijos adolecentes la queja constante es “No dejan el celular, los llevo al colegio y no me hablan porque están con el celular, estamos en la cena y no me hablan porque están con el celular, nos vamos de vacaciones y no me hablan porque están con el celular” ahora, si yo hablo con familias que tienen hijos chiquitos y les digo que se aconseja máximo una hora de pantalla por día hasta los cinco años y no usar pantallas hasta los dos años me dicen “no, eso es imposible, si yo no le doy una pantalla cómo hago”. Una amiga me decía que el hijo tiene un año y medio y ya mira YouTube a morir, yo no puedo limpiar y cocinar si no le pongo una pantalla, entonces si les decís vas al restaurant lo primero que haces es ponerle una Tablet para que no molesten y te dicen “bueno, qué que querés que haga si no es imposible salir a comer afuera” entonces hay como un choque entre hábitos que en la adolescencia molestan pero no asumimos ninguna responsabilidad de quiénes fuimos los responsables de generar esos hábitos. Al mismo tiempo el otro día hablaba una situación del padre que llevaba sus hijas al colegio y estaban con el celular y no le hablaban y le decía “Y si vos no estuvieras manejando estarías hablando con ellas o estarías con el celular? Vos queres hablar con ellas porque tenés ganas de hablar con ellas o porque no podes usar el celular porque estás manejando?” entonces creo que esta complejidad que planteas en la pregunta se da en un contexto en el que es muy fácil dar las tecnologías porque hay poca conciencia sobre los daños, o sobre los riesgos, y en ese contexto me parece que tiene que ir un poco por ahí, con decir hay cosas que hacemos cuando los chicos son chiquitos porque tenemos que generar hábitos pero lamentablemente este consejo de generar buenos hábitos desde la primera infancia no elimina lo difícil que es la crianza, lo difícil que es la situación con las pantallas, o las presiones sociales. Es una situación compleja que hay que ir surfeando, esto no es un camino ameno, es una ola que hay que surfear y bueno, creo que va un poco por ahí.
Me gustaría poner una vez más el foco en la primera infancia, en la la niñez, en todo lo que es previo a la adolescencia, para reforzar que esa es la etapa para generar buenos hábitos. Insisto, todo lo que podamos hacer previo a la adolescencia para generar buenos hábitos, para generar conciencia, para generar autonomía toma de decisiones, para intentar que no se acostumbran a este mecanismo de recompensa y a muchas de las situaciones complejas o desafíos que tienen las apps y las redes sociales, mejor. Aun así si llegamos a la adolescencia y nos encontramos con situaciones de adicción, de dependencia, de ansiedad asociados a la tecnología la parte de revertir más científica creo que corresponde que la contesten pediatras o profesionales de la salud, psicólogos y no un divulgador como yo, pero sí mi consejo desde el día a día tiene que ver con los pequeños pasos. O sea, yo me encuentro con muchas familias que los hijos están jugando mucho a los videojuegos entonces deciden prohibirlos. Y decís, no, pará por qué en lugar de prohibirlos no pensás en… bueno, sabés que? el otro día hablaba con una familia, con una madre que los hijos estaban jugando videojuegos hasta muy tarde antes de irse a dormir. Bueno, a ver, qué podemos hacer para que cortes media hora antes de irte a dormir? Y quizá después es una hora, que podemos hacer para… en las vacaciones mucha gente me decía “quisiera que mi hijo no se lleve el celular a las vacaciones” ¿hace falta tanto? no es mejor que se lleve el celular a las vacaciones pero acordar como familia que el celular no va a la playa? Y que lo pueden usar un ratito cuando vuelven al departamento. Se entiende a lo que voy? pensar una forma de ir acomodándonos tiene que ver con dar pequeños avances y pequeños pasos y no en resolver toda la situación de un segundo para el otro. Y esto es algo con lo que yo insisto bastante cuando charlo con familias que se encuentran abrumadas por esta situación.
Alessandro Baricco escribió un libro que se llama The Game, súper recomendable. El escritor y filósofo italiano, que habla sobre un poco de filosofía alrededor de la cultura digital y en un momento dice algo que me resulta muy interesante que es que todo el tiempo nos estamos preguntando qué nos hicieron las tecnologías. Ahora las tecnologías nos causaron tal cosa, siempre desde un lugar como que las tecnologías llegaron y nos causaron algo a los seres humanos en lugar de preguntarnos cómo éramos como sociedad que necesitamos crear estas tecnologías. Ahora estamos hablando todo el tiempo de la dependencia del like y la gente que está pendiente de cuantos likes recibe, la pregunta es por qué a alguien le funcionó crear una app que te recompensa por la cantidad de likes que recibís. ¿Que sociedad éramos que alguien creyó que esa era una app necesaria? Entonces primero dar un poco de vuelta la tortilla y entender que no somos víctimas de una manga de programadores locos sino que somos todos un poco responsables y un poco protagonistas en encontrar un uso más saludable de las tecnologías. Parte de ello, yo soy un fan de trabajar lo semántico, no? no como un experto en semántica sino desde la filosofía barata que uno a veces hace como divulgador. Vos misma decís “las pantallas cubren la nada, ir en el subte, mirar a la gente pasar en un café, la espera en el consultorio” fíjate que tu pregunta bienintencionada, vos misma estás definiendo todo eso como “la nada”, entonces obviamente si le quitamos valor a por ejemplo mirar al resto de la gente en un consultorio, si le quitamos valor a ver a la gente en el subte, está perfecto que miremos el celular. Justamente vamos a repensar cómo estamos accionando con el celular si empezamos a pensar que quizás todo eso vale más que nada, si empezamos a pensar que todo eso tiene valor. A mi me parece que un poco va por ahí el camino o el desafío de entender que no se trata de la nada misma y en revalorizar ciertas cuestiones del mundo analógico, que revalorizar las no significa romantizarlas, esta idea de que tirados en el pasto somos felices y con la computadora somos infelices no está buena, hay un montón de cosas que nos pueden causar placer y bienestar con la pantalla y podemos estar en el parque solos. Hay una tira de Liniers que a mi me encanta un montón, si necesitas avísame y te la busco porque tengo las tiras completas de Macanudo, donde una personita está en la ciudad rodeada de gente y se va al campo y dice algo así como “ah, me sentía muy sólo” digo, ojo con revalorizar lo analógico cuando a veces estamos rodeados de gente que no nos mira pero a veces el celular es cómplice, entonces yo creo que hay que revalorizar ciertas cosas. Yo tenía una publicación en mi Instagram que digo que cuando te piden que dejes el celular te hablan de desconectarte. ¿Por qué desconectate, si el celular es conexión? la palabra positiva ahí es conexión y no es “desconectate”, es conectate con otras cosas. Conéctate con tu familia, con tus amigos, con el ejercicio físico, con la naturaleza, pero no es desconectate. Me parece que un desafío grande ahí tiene que ver con revalorizar ciertos espacios, yo por ejemplo, cuando voy a pasear al perro solo, que le doy la vuelta a la manzana, cuando salgo solo hace un tiempo un día me olvidé el celular y cuando salí pensé “uy que bajón” y después me di cuenta que empecé a prestar atención al ruidito cuando pisaba las hojas, a las gotitas que caían de la lluvia y parece una pavada romántica pero creo que la revalorización tiene que ver con eso: a mi lo que me pasó es que disfruté no estar con el celular, es decir me costó dejarlo, lo dejé sin querer, pero cuando lo dejé lo disfruté, entonces creo que el desafío es reconectar con las emociones positivas cuando no tenemos el celular y cada vez nos encontramos con más experimentos y situaciones de gente que dicen ¿sabes que, dejé las redes sociales dos meses y al principio me sentí mal -porque tenemos que ser conscientes de este mecanismo de recompensas, de esta abstinencia que nos genera- pero después me sentí mucho mejor” entonces probar y experimentar vale la pena para darnos cuenta que no es que estamos dejando la nada si no que estamos perdiéndonos de cosas que puedem llegar a ser muy valiosas.
En primer lugar me gustaría destacar, poner el foco en la palabra “híperconectados” antes de hablar de los efectos. Cada vez más se habla de que la relación con la pantalla tiene que pasar más por la calidad que por la cantidad. ¿Qué quiero decir con esto? que un chico puede estar ocho horas por día con la pantalla y tener una relación saludable y prolija y otro puede estar seis y estar hiperconectado por la dependencia que le genera, es decir, pensar que la relación con la pantalla tiene que ver más con qué hacemos con la pantalla, cuanta diversidad tenemos, que hacemos que dependemos de ella, que con una hora más o una hora menos. Dicho esto igualmente me parece importante reforzar el concepto de hiperconectado entonces debería analizar no solamente el tiempo en pantalla sino estas dos variables: la dependencia y la calidad y la diversidad de lo que hacemos, dicho eso voy a asumir que una persona hiperconectada es una persona que está muchas horas, que les cuesta dejar la pantalla y que el tiempo de lo que está haciendo con la pantalla es de baja calidad. Los efectos son varios digamos pero mayormente creo que en la adolescencia se marcan dos variables que tienen que ver con lo que sería adicción a las pantallas, o sea dificultades con dejar las pantallas, dependencia, eso sería una gran categoría como efecto adverso y la segunda todo lo que tiene que ver con salud mental, cada vez se está hablando más de como el exceso de tiempo pantalla del uso de aplicaciones etcétera puede generar situaciones de depresión, de ansiedad, no como unicausal sino como colaborar en un ecosistema en donde la recompensa, lo que se premia, lo que se valora en las apps tiene un impacto en un problema más grande que es el crecimiento de la ansiedad y la depresión en la adolescencia que es un problema macro que se viene viendo en los últimos años. Creo que estas son las dos grandes categorías donde la hiperconexión como la venimos definiendo puede afectar.
Todo en nuestra vida puede verse afectado por el mal uso de la tecnología, es decir, me parece que hay que entender esto no como un peligro inminente en términos de volvernos miedosos a la tecnología sino como una realidad de la sociedad donde vivimos hoy donde todo está atravesado por la tecnología entonces no hay prácticamente nada que no puede verse afectado por un mal uso de la tecnología. Hoy podemos aprender mal de las tecnologías, cometer errores, afectar nuestras relaciones como adultos, entonces digo, si, todo esto puede pasar pero también pueden pasar un montón de cosas buenas con las tecnologías. Me parece importante entender que la tecnología se vuelto una parte trascendental de nuestras vidas y que justamente salir de ese dilema de si es buena o mala y poner el foco en si la usamos bien o la usamos mal es la diferencia en cómo nos afecta, ¿que quiero decir con esto? por ejemplo yo trabajo dando cursos de programación para chicos y adolescentes en Tecno Kids, que es uno de mis emprendimientos, y nosotros ahí vemos como el uso de la tecnología favorece el desarrollo de la atención, ni hablar que favorece el aprendizaje, entonces todas estas variables pueden verse afectadas para bien o para mal según usemos la tecnología… no es que solamente se pueden ver afectadas para mal. Las habilidades sociales lo mismo, hay un montón de oportunidades que abren las redes sociales, el tema es cuando las usamos mal entonces me parece que ahí va un poco el foco para esta pregunta.
Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/ , Instagram @flavia.tomaello
La nota completa en: https://www.lanacion.com.ar/la-nacion-revista/el-peligro-de-las-pantallas-como-nineras-la-cocaina-electronica-nid16102022/
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lunes, 19 de diciembre de 2022
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