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lunes, 13 de marzo de 2023

¿Es posible criar con bajo impacto ambiental?

Frente a la llegada de un nuevo hijo o hija, es común hacerse planteos existenciales. En un escenario de crisis climática, es difícil escapar a la pregunta: “¿cómo será la vida en el planeta cuando mi hijo o hija sea grande? Afortunadamente, cada vez más, estos cuestionamientos inspiran a las familias a revisar sus hábitos y mejorar su impacto en el ambiente. Poco antes del nacimiento de su primera hija Amalia, María Güiraldes -consultora en marketing digital- tomó una decisión: “No quería sobreestimular la producción de objetos que tienen una vida útil corta. No creo en la premisa de consumir y descartar, estoy muy en contra de la cultura del desecho. Entonces me empecé a preguntar qué pasaba con todos esos elementos que se utilizan por períodos de entre tres meses a dos años y luego ya no se necesitan: moisés, esterilizadores de mamadera, sacaleches, fulares, mochilas de porteo, practicunas, etcétera.” Como María, cada vez son más las familias que se cuestionan sus hábitos de crianza con el objetivo de reducir su impacto en el ambiente. Uno de los hábitos más intensos y con mayor impacto ambiental de la crianza son los pañales. Se estima que la huella de carbono de una familia con un bebé es cercana a las 58,6 toneladas de emisiones de CO2 al año en países desarrollados -la misma huella que generan 112 vuelos ida y vuelta de Buenos Aires a San Pablo-, de acuerdo al informe ‘La brecha de mitigación climática: la educación y las recomendaciones gubernamentales pasan por alto las acciones individuales más efectivas’ de 2017. El residuo generado por el uso de pañales descartables es uno de los componentes críticos de esta huella. Solo en la Ciudad de Buenos Aires ocupan el 4° lugar dentro de los residuos sólidos, junto a los apósitos descartables, según el Estudio de Calidad de los Residuos Sólidos Urbanos de CABA elaborado por la Facultad de Ingeniería de la UBA y el y CEAMSE.). Las cifras son lógicas considerando que se calcula que cada infante usa alrededor de 5500 pañales en su vida, lo que equivale a una tonelada de basura que demora 500 años en desaparecer. Suena alarmante advertir que todos los pañales que alguna vez se fabricaron, todavía existen en la tierra. El consumo responsable y una perspectiva de circularidad son parte de los nuevos hábitos para una crianza sostenible. Adoptar una mayor conciencia a la hora de comprar, reutilizar y reparar objetos son las prácticas más comunes. “Me di cuenta que si a mi alrededor había niños y niñas, Amalia bien podía usar el cochecito que habían usado o dormir en la cuna que había sido de otro bebé. Así que, primero, le pregunté a la gente que me rodeaba si tenía cosas y si podía prestármelas. El resto lo compramos usado y, cuando ya no lo necesitamos, me sumé a grupos de madres de Whatsapp de artículos de segunda mano para poder venderlo. Pero después pensé que era mejor regalarlo a personas que lo necesitaran más. Así que me ocupé de reparar lo que no funcionaba o tenía defectos, para donar todo en excelente estado. Una de las pocas cosas nuevas que compré para Amalia fue su ajuar de nacimiento, que ya lo usaron dos bebés después de ella. Me encanta ser parte de esa comunidad circular de madres y que mi hija también sea parte de esto: de dar y recibir”, agrega María. Así como el reemplazo de elementos descartables por materiales duraderos - como los pañales de tela-, también es cada vez más común circular objetos en desuso y comprar juguetes perdurables y realizados con materiales sostenibles, como madera proveniente de bosques gestionados de manera responsable, certificada FSC o PEFC. Desde esta perspectiva de circularidad surge el upcycling, un término acuñado recientemente, también conocido como supra-reciclaje o reciclaje creativo. Se trata de darle una segunda vida y función a cosas en desuso, es decir transformar residuos en objetos de valor usando la imaginación. De esta manera, las personas adultas hacen un doble aporte: reducen la huella de carbono y, al mismo tiempo, educan en una forma de vida más consciente y más respetuosa con el ambiente. “Criar con bajo impacto ambiental es posible. La huella de carbono de una persona se compone por una diversidad de factores que incluyen aspectos de nuestro hogar —tipo de vivienda, tamaño, eficiencia energética—, nuestro modo de trasladarnos, nuestros hábitos de consumo, nuestra forma de alimentarnos y los desechos que generamos. Si cuidamos estos aspectos también en la crianza y tenemos un consumo responsable, es decir, compramos para nuestras hijas e hijos sólo lo que realmente necesitamos escogiendo opciones con bajo impacto ambiental, y que a su vez favorezcan la igualdad social, podemos disminuir el impacto de nuestra crianza en el ambiente”, afirma Falcón, Director de The Carbon Sink, la primera plataforma de medición y compensación de huella online de Latinoamérica, creada por emprendedores argentinos. VUELTA AL COLE CON BAJO IMPACTO La vuelta a clases es un momento particular del año en el que las familias se ven obligadas a adquirir una gran cantidad de productos. Aquí, algunos consejos para un consumo responsable en esta época: ● Revisar los útiles del año anterior y ver qué se puede reutilizar. ● Elegir productos hechos con materiales reciclables o reciclados, como reglas, cartucheras, cuadernos. ● Usar cuadernos o resmas fabricados con papel con certificación FSC, que asegura que provienen de bosques sostenibles. ● Circular libros, guardapolvos y uniformes que ya no usemos con otras familias. ● Evitar plásticos de un sólo uso para transportar las viandas: usar siempre recipientes utilizables. “El primer paso para identificar cuáles de nuestros hábitos son los que más impactan en el ambiente es medir nuestra huella de carbono. En nuestra plataforma thecarbonsink.com puede hacerse de forma sencilla y gratuita. El siguiente paso es comprometerse a modificar esas costumbres y, luego de los esfuerzos por disminuir nuestra huella, es ideal compensar las emisiones que no logramos reducir. En nuestra plataforma ofrecemos diversos proyectos certificados de compensación de carbono ubicados en Argentina y en el resto de Latinoamérica”, concluye Falcón.
http://dlvr.it/SkpVj2

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