Marta salió a regar las plantas, levantó la mirada y vio una silueta balanceándose sobre la baranda del balcón del décimo piso. Ella vivía en el séptimo piso, intentó recordar el rostro de su vecino. Se habían encontrado varias veces en las reuniones de consorcio. Días atrás se lo había cruzado al tomar el ascensor y, aunque cruzaron unas pocas palabras, a Marta le pareció que el hombre estaba triste e incluso demacrado. ¡Dios mío!, ¡intenta matarse!, pensó. Presurosa, llamó a emergencias para que enviasen ayuda.
A los pocos minutos, arribó un camión de bomberos. Se armó un gran despliegue en torno al salvataje del hombre del décimo piso. Los fortuitos transeúntes detuvieron su marcha. Nadie quería perderse el espectáculo. La morbosidad suele ser el jugo con que se nutren algunas almas. Otros lo hacían por pura curiosidad.
Marta bajó con rapidez por el ascensor, en pocos minutos estuvo al lado del camión de bomberos. No perdió la oportunidad de ser coprotagonista de la circunstancia. Fue entrevistada por varios canales de televisión, contaba su versión de los hechos y daba detalles del rostro de don Cosme.
La gente vivaba al bombero que, subido a la grúa, llegó al décimo piso en busca del hombre en peligro de vida. Claro que no todo es como parece.
Menudo susto se llevó don Cosme, al ver llegar a su balcón al bombero Sanchez que, sorprendido, se encontró con un maniquí de sastre con su traje hilvanado, meciéndose con suavidad y a merced del viento.
Por Ana Caliyuri (Poeta y escritora de Argentina), del libro “Cuentos dulces para un atajo” Tahiel Ediciones 2020
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domingo, 19 de marzo de 2023
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